miércoles, 13 de noviembre de 2013

Pregúntale al polvo

Bandini, sigue andando, no muy alto pero sí fornido, orgulloso de su musculatura, apretando los puños para complacerse con la alegría salvaje de los bíceps, estúpido y temerario Bandini, que no teme nada salvo lo desconocido en un mundo de maravillas y misterios. ¿Resucitan los muertos? Los libros dicen que no, la noche grita que sí. Tengo veinte años, he alcanzado la edad de la razón, estoy a punto de meterme por las calles de abajo, en busca de una mujer. ¿Está ya mancillada mi alma? ¿Doy media vuelta? ¿Me vigila algún ángel? ¿Calman mis temores las plegarias de mi madre? ¿Me turban las plegarias de mi madre?

John Fante

sábado, 24 de agosto de 2013

Total interferencia.


Como ondas concéntricas me hundo en el calor de tu mano y viajo sobre explanadas desiertas,
y tu voz y un millón de imágenes e ideas.
Como hielo sobre el agua me deslizo a toda velocidad hacia un agujero negro que nos traga,
y el frío y tu mano y la luz violeta.
Como olas violentas vuelvo a la vida y estallo en pánico y caigo y me alejo,
y tus palabras ahora tan lejos no pueden tocarme,
pero me envuelven y viajo sobre bosques y ríos y lagos.
Estoy de vuelta y tengo miedo,
y no sé si mañana pueda ser diferente.

Como ondas concéntricas me pierdo en la oscuridad de mis ojos y viajo sobre cementerios
y los vidrios y los huesos me lastiman. Y la sangre.
Como agua congelada me quiebro en mil pedazos y un agujero negro nos absorbe
y como corrientes submarinas tus manos me sacan del vacío y tengo vértigo,
y el frío y la oscuridad de mi cabeza y tus pupilas dilatadas y radioactivas.
Y no sé quién soy.

viernes, 9 de agosto de 2013

Nevermind

Me desconectaron.

Una lastimadura extraña, repentina. 
Arde.

Fue como un sueño.
Dicen que si no podés prender la luz es porque estás soñando.
Yo podía.

Una sensación extraña en la nuca,
de esas sensaciones extrañas que arden.

Era un sueño,
pero como los discos rayados de tanto escucharlos
and he likes to shoot his gun
se volvió una pesadilla.
Y me desconectaron.

Pero acá,
o en la Matrix,
sos tan injusto.







lunes, 15 de julio de 2013

Era tan sexy que empezó a llover.

Your mind and your experience call to me, you have lived and your intelligence is sexy.
I want to know what you got to say.
I can tell you taste like the sky cause you look like rain.
You look like rain 
You think like a whip on a horse's back, s
tretched out to the limit you make it crack. Send that horse round and round the track.


I want to know what you got to say.
I can tell you taste like the sky cause you look like rain.
You look like rainYeah, you look like rain.
You look like rain.



martes, 9 de julio de 2013

sábado, 6 de julio de 2013

Fuego.

Fire 
walk with me.

lunes, 1 de julio de 2013

Fantasmas.


Solaris

"El océano -fuente de impulsos eléctricos, magnéticos y gravitatorios- se expresaba en un lenguaje en cierto modo matemático; además, recurriendo a una de las ramas más abstractas del análisis, la ley de los grandes números, fue posible clasificar ciertas frecuencias en las descargas de corriente; aparecieron entonces homologías estructurales, ya observadas por los físicos en ese sector de la ciencia que trata de las relaciones recíprocas entre la energía y la materia, los componentes y los compuestos, lo finito y lo infinito. Esta correspondencia convenció a los sabios; estaban en presencia de un monstruo dotado de razón, de un océano-cerebro protoplasmático que envolvía todo el planeta y perdía el tiempo en consideraciones teóricas extravagantes acerca de la realidad del universo."

Fragmento - Stanislav Lem

Como siempre, todavía quiero más.

Passenger - Deftones


lunes, 24 de junio de 2013

Biblioteca de Poe - Roberto Bolaño

En el fondo de un extraño corral,
Libros o pedazos de carne. 
Nervios enganchados de un esqueleto
O papel impreso.
Un florero o la puerta
De las pesadillas.

domingo, 19 de mayo de 2013

Otra realidad más. Fragmento de El mago, de César Aira.

"Alrededor del mito del amor se habían tejido infinidad de historias, y de algún modo todas ellas hacían uso de este mecanismo de subjetivo y objetivo, de "sueño hecho realidad", que en su caso personal, por la circunstancia secreta de su don de magia, tomba toda la urgencia de lo real. Pero la situación en sí no era nada nuevo. En cualquier libro, en cualquier vieja novela, podía encontrar casos semejantes. Se imaginó uno: un joven muy joven, de vacaciones con sus padres en un balneario, se enamora de lejos de una mujer casada; a la noche la ve entrar a su casa, con su marido y sus hijos, y él se va solo a la playa, ardiendo de un deseo que sabe que va a quedar insatisfecho, porque esa mujer, rica y bella, jamás va a prestarle atención a un colegial desgarbado... El deseo lo ahoga, frente al mar oscuro que brama... Es casi inevitable que busque la fácil gratificación de la fantasía, y en el teatro íntimo de su conciencia desarrolla una pieza de sexo y pasión, en la que ella aparece en la playa, después de dejar dormida a su familia... Podría hacerlo si quisiera (estas cosas siempre hay que verosimilizarlas un poco): su marido es un deportista, se pasa el día haciendo windsurf, debe dormirse como un tronco, ella puede deslizarse fuera de la casa y venir a la playa, que está a poca distancia; quizás no específicamente a encontrarse con él, sino a ver el mar iluminado por la Luna; y al encontrarlo a él, ebria de noche y oleaje, lo toma en sus brazos, y lo besa... El pobre chico empieza a creérselo... Ahora bien, lo que pasa en los hechos es que él sigue solo en la playa, todo lo excitado que quiera, pero solo. Ésa es la realidad. Y si ella apareciera, seguiría siendo la fantasía de él, perfeccionada. Aunque pasara, seguiría siendo una fantasía, sólo que hecha realidad. Es decir que nunca llegaría a ser la otra realidad, la verdadera, en la que él necesariamente va a seguir solo."

lunes, 6 de mayo de 2013

La tía Florinda. Fragmento de El testigo, de Juan Villoro.

Julio no recordaba la destacada fealdad de su tía. Ciertamente era una mujer avejentada, sin gracia, indiferente a la mirada ajena; sin embargo, no podía distinguir en ella los acuciosos rasgos que hacían que su madre la llamara "mi monstruito".
Por las fotos que había visto, Florinda carecía de distinción: flaca y enjuta, sin que eso fuera muy notorio. Pero su madre vio en ella fealdad suficiente para justificar su soltería, y Florinda aceptó su sino; peinó a su madre por las noches y le cortó el cabello en cada luna llena, la acompañó en sus viajes, siempre mal vestida. El desaliño se convirtió para ella en una forma de la subordinación.
Al aceptar quedarse sola, también aceptó la causa de esa determinación. Empeoró su condición en todo lo que puso. Se jorobaba al sentarse. señalaba las cosas con un dedo torcido, entrecerraba los ojos en vez de usar lentes. Perfeccionó el método hasta que le resultó imposible verse en los espejos. No se convirtió en el adefesio profetizado, pero se sintió un monstruo perfecto. Deformada en su imaginación, hablaba mal adrede; decía "Grabiela", "ávaro", "siudad", "jaletina". Con la muerte de su madre, su vida dio un vuelco extraño. Virgen y avejentada, sacrificialmente fea, objetiva prueba de la bondad o la renuncia o la obediencia, vivió sin decir una mentira, desconocía el sabor del tabaco o la sensación de caminar en una playa, rechazaba los dulces y aun las invitaciones a misa (en los tiempos en que tenía suficiente vida social para ser convidada a misa). Cuando iba al dentista pedía que la trataran sin anestesia porque le había ofrecido su dolor a Dios. Quizás su único contacto sensual fue el pelo progresivamente blanco que peinó todas las noches. Esta vida castigada la fue dotando de una curiosa autoridad. Mientras los demás fracasaban en sus negocios y en su intento de ingresar a una vida para la que no estaban preparados, ella mantenía sus convicciones con reciedumbre bárabara. La revista Time, leída con teológica fiereza, le permitía hablar del mundo donde un negro ocupaba un cerro fatal y un monzón devastaba una costa impía. La radionovela Alma Grande contrarrestaba estas malas noticias con la incansable épica del campo, la inocencia primigenia de los hombres de a caballo que enfrentaban indios y cuatreros como en una misión sacramental.