viernes, 29 de agosto de 2008

Borges y Yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cuál de los dos escribe esta página.


De Borges, obvio.
En "El Hacedor" (1960)

miércoles, 27 de agosto de 2008

lunes, 25 de agosto de 2008

Estoy Verde




No me dejan salir. (¿?)

martes, 19 de agosto de 2008

Metafísica de los tubos (fragmentitito) - Amélie Nothomb

En el principio no había nada. Y esa nada no estaba vacía ni era indefinida: se bastaba sola a sí misma. Y Dios vio que aquello era bueno. Por nada del mundo se le hubiera ocurrido crear algo. La nada era más que suficiente: lo colmaba.
Dios tenía los ojos perpetuamente abiertos y fijos. Si hubieran estado cerrados nada hubiera cambiado. No había nada que ver y Dios nada miraba. Se sentía repleto y compacto como un huevo duro, cuya redondez e inmovilidad también poseía.
Dios era la satisfacción absoluta. Nada deseaba, nada esperaba, nada percibía, nada rechazaba y por nada se interesaba. La vida era plenitud hasta tal punto que ni siquiera era vida. Dios no vivía, existía.
Para él, su existencia no había tenido un principio perceptible. Algunos grandes libros comienzan con una primeras frases tan poco llamativas que uno las olvida inmediatamente y tiene la impresión de vivir instalado en esa lectura desde el principio de los tiempos. De igual modo, resultaba imposible señalar el momento en el que Dios había empezado a existir. Era como si siempre hubiese existido.
Dios carecía de lenguaje y, por consiguiente, también de pensamiento. Era todo saciedad y eternidad. Y ese todo demostraba hasta qué punto Dios era Dios. Y esa evidencia carecía de importancia, ya que a Dios le traía sin cuidado ser Dios.

sábado, 16 de agosto de 2008

existencia enmarcada (??)

Qué divertido, somos un cuadro.
Te quiero mucho, Anaiá. :)
-hacer click en la foto-

jueves, 14 de agosto de 2008

TEKKONKINKREET





Hagan click sobre las imágenes para verlas de forma copada, sobretodo a la primera (si es que quieren verlas de forma copada). No sé a quienes les hablo, si a ésto no lo ve nadie. Aviso por las dudas :P

lunes, 11 de agosto de 2008

The Everlastin Gaze

you know i'm not dead
you know i'm, you know i'm not dead
you know i'm not dead

now you know where i've been
as you sleep, torn i am
weighted down patiently
born of love

you know i'm, you know i'm not dead
i'm just living in my head
forever waiting on the ways of your desire
you always find a way
and through it all, into us all you move

forgotten touch
forbidden thought
we can never have enough

you know i'm not dead
you know i'm, you know i'm not dead
you know i'm not dead

found below, the creatures scream
stranglehold, a god machine
begin to tear us out
what is hell

you know i'm, you know i'm not dead
i'm just the tears inside your head
forever waiting on the ways of your desire
you always find a way
and through it all, into us all you move

forgotten touch
forbidden thought
we can never have enough
you know i'm not dead

we all want to hold in the everlasting gaze
enchanted in the rapture of his sentimental sway
but underneath the wheels lie the skulls of every cog
the fickle fascination of an everlasting god

you know i'm not dead
i'm just living in my head
forever waiting
forever waiting a cruel death
you know i'm not dead
i'm just living for myself
forever waiting

you know i'm not dead
you know i'm not dead
you know i'm not dead
you know i'm not dead

Elegía a Ramón Sijé - Miguel Hernández

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

(El rayo que no cesa)

viernes, 8 de agosto de 2008

¡qué gansa!


La hora de la estrella (mínimo fragmento)- Clarice Lispector

Estoy absolutamente cansado de la literatura; sólo la mudez me hace compañía. Si todavía escribo, es porque no tengo nada más que hacer en el mundo mientras espero la muerte. La búsqueda de la palabra en la oscuridad. El acontecer menudo me invade y me deja en la calle. Quisiera revolcarme en el barro, apenas controlo mi necesidad de bajezas, la necesidad de juerga y del peor gozo absoluto. El pecado me atrae, lo prohibido me fascina.Quiero ser cerdo y gallina y después matarlos y beberles la sangre. Pienso en el sexo de Macabea, diminuto pero inesperadamente cubierto de fuertes y abundantes pelos negros; su sexo era la única marca vehemente de su existencia.
Ella no pedía nada, pero su sexo exigía, como un girasol brotado de una sepultura.