domingo, 30 de noviembre de 2008

miércoles, 26 de noviembre de 2008


Doña Jimena se arrodilló en las gradas ante el altar,
y ruega al Creador, muy fervorosamente,
que libre de todo mal al Cid Campeador:
- ¡Oh, Señor glorioso, Padre que estás en el cielo,
hiciste cielo y tierra; y en tercer lugar, el mar;
hiciste estrellas y luna, y el sol para que nos caliente;
te encarnaste en nuestra Madre Santa María,
apareciste en Belén, según Tu voluntad;
te glorificaron y cantaron los pastores;
vinieron a adoptarte tres reyes de Arabia,
Melchor y Gaspar y Baltasar,
ofreciéndote devotamente oro, incienso y mirra;
salvaste a Jonás, cuando cayó en el mar;
salvaste a Daniel, encerrado en terrible cárcel con los leones;
salvaste en Roma al señor San Sebastián;
salvaste a Santa Susana del criminal falsario;
durante treinta y dos años anduviste por tierra, Señor Espiritual,
haciendo milagros que se siguen contando;
del agua hiciste vino, y pan de la piedra,
resucitaste a Lázaro por la fuerza de tu deseo;
te dejaste prender por los judíos en el monte que llaman Calvario,
te pusieron en la cruz en Gólgota [así le dicen],
con dos ladrones, uno por cada lado
[uno está en el Paraíso; el otro no entró allá];
Estando en la cruz hiciste muy gran milagro:
Longinos, el ciego, que nunca jamás vio cosa alguna,
Te dio con la lanza en el costado, de donde salió sangre,
Corrió por el asta abajo y se untó con ella las manos,
Cuando las alzó y se las pasó por la cara,
Abrió los ojos, miró a todas partes,
Entonces creyó en Ti, y a causa de eso se curó de su mal;
En el sepulcro resucitaste;
Fuiste a los infiernos por Tu voluntad;
Quebrantaste las puertas, y sacaste a los Santos Padres.
Eres Rey de los Reyes, y Padre de todo el mundo,
Creo en ti y te adoro de todo corazón,
Y ruego a San Pedro que me ayude a rogar
Porque Dios salve del mal a mi Cid, el Campeador:
Hoy nos separamos, [pero] haz que nos reunamos en vida.





Foto tomada por moi en una especie de salón taller/museo en el barrio gótico de Barcelona, donde TEC, mi primi, exponía unas cosas.
El texto es del Mio Cid.

domingo, 23 de noviembre de 2008

viernes, 21 de noviembre de 2008

-un pedacito de Tender- (Blur)

Tender is the ghost
The ghost I love the most
Hiding from the sun
Waiting for the night to come
Tender is my heart
For screwing up my life
Lord I need to find
Someone who can heal my mind



Sí, a veces me pongo sentimental, y sin motivos, y qué?

domingo, 16 de noviembre de 2008

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Capítulo XXXVIII - Que trata del discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras (fragmento)

Prosiguiendo don Quijote, dijo:

-Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con sólo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad que espere que llegue la noche, para restaurarse de todas estas incomodidades, en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio; lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna. Y, cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba, y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero estos milagros vense raras veces. Pero, decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda, habéis de responder que no tienen comparación, ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio.

Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo. Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necesidad y pobreza puede llegar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado, que, hallándose cercado en alguna fuerza, y estando de posta, o guarda, en algún revellín o caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Sólo lo que puede hacer es dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina, y él estarse quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad. Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y, con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno; y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario. Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

Del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Cervantes corazón.

lunes, 3 de noviembre de 2008