sábado, 17 de mayo de 2008

Triste Le Ville (fragmento) de Abelardo Castillo

Pensaba en la muerte. Habitualmente pensaba en la muerte. Y no hay nada de contradictorio en que esta idea se tejiera en la trama de mi alegría. Nunca temí morir, me daba miedo estar solo. Morir, el acto de morir no tiene en sí mismo ninguna grandeza, nada de misterioso o terrible. Es la muerte, el estar muerto, lo que aún me parece incalculable. Lo mismo que el sueño, ese fragmento del morir que nos mata cada noche, lo mismo que los sueños durante el sueño, yo pensaba que la muerte podía ser dulce como las imágenes de un pájaro dormido, o espantosa como las formas que se mueven en las pesadillas de un loco. Y así como ningún hombre sueña el sueño de un vecino, cada uno se perpetúa en su propia muerte: en la que se merece. El infierno y el cielo no son otra ilusión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me llamó mucho la atención el fragmento que escogiste. lastima que sea tan difícil leer.